Informática, la profesión sin paro... pero, ¿a qué precio?

Informática, la profesión sin paro... pero, ¿a qué precio?
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Cuando servidor estudiaba bachillerato, Informática era la carrera de moda, la que tenía “más salidas”. Me quité mis idealistas sueños de ser periodista o historiador (ya ves, tampoco es que fueran ser astronauta o ingeniero aeroespacial) y tiré a por la carrera de “las salidas”. Miles y miles hicieron lo mismo que yo en esos últimos años del siglo pasado y primeros del siglo XXI. Luego la cruda realidad de las matemáticas por un tubo, los lenguajes de programación del pleistoceno (yo empecé en el apasionante Pascal) o las asignaturas completamente inútiles (¿Ofimática? ¿En serio?) te golpeaba fuerte en la cara.

Lo soportabas porque todavía creías en que los billetes te iban a salir por las orejas en un futuro no muy lejano pero lo cierto es que, si bien “las salidas” realmente estaban (y siguen estando) allí, eran carreteras comarcales de muchas horas de esfuerzo y poco dinero en vez de las autopistas de buena vida y jugosos cheques que nos habían vendido los reportajes de la tele. Todo esto viene a colación del artículo en El País de ayer que, aunque luego termina siendo más una crítica al sistema universitario que otra cosa, tenía por nombre ‘Los informáticos no entienden de paro’.

En el artículo hablan de una tasa de paro del 7% en el mundo de la informática frente al veintymuchos que asola a España en general. De lo que no habla es del precio de este bajo paro, de las jornadas de 12 o 14 horas, de los sueldos de mileurista (con suerte y si estás en Madrid o Barcelona), de las cárnicas en las que eres un simple peón como lo fue tu padre en la fábrica (tu padre que tanto luchó para que tuvieras una educación, unas buenas expectativas y una vida menos dura que la suya) o de las pequeñas PYMES (la redundancia es a posta, que os veo venir) en las que piensan que informático es igual a chico-para-todo y tu trabajo va desde hacer fotocopias a “hacer la página web” o arreglar el portátil del jefe (al que su hijo le derramó encima un vaso de medio litro de cocacola).

Y no habla de eso porque lo que intenta hacer es, como hacían esos reportajes sobre las puntocom en el telediario de Matias Prats a finales de los 90, atraer gente. Sin embargo esta vez la atracción no es hacia las cada vez más vacías aulas (de hecho el sistema universitario es duramente criticado, no sin razón, por cierto) sino a unas consultoras o empresas similares siempre ávidas de gente joven a la que exprimir hasta los huesos o empresas cool que están hartas de pagar miles y miles de euros por pichichis extranjeros cuando podrían tirar de cantera mucho más barata y con menos posibilidades de que les de por volar fuera del nido a las primeras de cambio. Aprende a programar iPhones, haz como que sabes inglés, ten siempre un montón de frases de gurú (grandilocuentes y vacías) preparadas y vente con nosotros, que tenemos mucho dinero que ganar y te pensamos utilizar… a un precio español, claro, que aquí no somos Google.

Obviamente, si eres bueno, te lo curras y tienes el pelín necesario de buena suerte que siempre hace falta en la vida, encontrarás un buen trabajo en el que te sentirás valorado y respetado y te pagarán decentemente (en el directorio de Betabeers, por ejemplo, hay algunas ofertas realmente tentadoras). Sin embargo muchos se quedarán en el camino, bien en algún trabajo precario o bien cambiando de profesión… pero no engrosando las listas del paro y así este seguirá siendo bajo y los periódicos generalistas podrán practicar su capcioso juego del titular atrayente y el contenido vacuo.

De esta manera, las dos últimas preguntas de la semana, referidas a salarios y formación respectivamente, han dado lugar a profundas discusiones, demostrando que son temas candentes. Y artículos como este de El País van a ayudar todavía más a que los ánimos se enciendan. Y los blogs, los nuevos ágoras, van a ser los lugares donde más vamos a poder disfrutar de ellos. No digo que Matías Prats mintiera, sólo digo que me hubiera gustado que, en mi época, hubieran existido los blogs y Twitter, que hubiera tenido un acceso más directo y menos dirigido a la información para que la que termina siendo una de las decisiones más importantes de tu vida, qué carrera estudiar, qué hacer con tu vida, hubiera tenido más juicios de valor en la que basarse. No sé, lo mismo ahora sería un estupendo cocinero y os estaría dando de comer un estupendo menú en vez de daros de leer mendrugos infumables como éste. Vete tú a saber.

Vía | El País
Imagen | Poster promocional de ‘Trabajo Basura’

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